Evitarle
malos pasos a la gente
El
tío Ramón Enrique siempre nos habla de los diversos oficios que sabe
desempeñar.
–Tío, entonces, ¿por qué remiendas
zapatos? –le pregunté una vez.
–Para
evitarle malos pasos a la gente –fue su respuesta.
A
partir de ese momento, comprendí por qué su cara refleja más tristeza que
enojo, cuando dice:
–No debe haber quedado muy
buena la compostura –y señala al cliente que, corriendo y sin haber pagado, se
pierde por el mal camino.
Cuando la tía Petra dejó de ser nuestra esclava
Un día en que no había clases me
desperté muy temprano con la idea de hacer una tarea sobre la esclavitud y,
como fue la única persona que encontré
despierta, le pregunté a la tía Petra:
–Tía,
¿cuánto trabajo tenían que hacer los esclavos?
La
tía no dijo nada, pero sí me indicó que la siguiera, doblando y moviendo hacia
ella su índice derecho.
Desde
entonces hasta varias horas más tarde, la tía preparó el desayuno y adelantó
algunas cosas del almuerzo; hizo el pan del día; barrió y coleteó la casa; regó
las matas; le dio de comer a los animales; sirvió el desayuno; recogió y fregó
los platos; arregló las camas de sus hijos y sobrinos; lavó la ropa que
habíamos ensuciado el día anterior; preparó el almuerzo; planchó la ropa que
descolgó de las cuerdas para dar cabida a la que había lavado un rato antes;
pasó un plumero sobre los muebles; hizo una torta de chocolate para la merienda
de esa tarde; sirvió el almuerzo; recogió y fregó los platos.
Cuando
se disponía a coser la ropa del tío Ramón Enrique y estaba eligiendo los
ingredientes para la cena, me eché a llorar y le dije que no quería que
siguiera siendo nuestra esclava.
En
ese momento llegó el tío Ramón Enrique y, cuando supo la causa de mi llanto, se
puso rojo como las cayenas del patio.
Esa
misma tarde nos repartimos las labores de la casa y aunque el tío Ramón Enrique, mi hermano
Gustavo, mis primos y yo rompíamos platos, cocinábamos mal y hacíamos muchos
desastres involuntarios, la tía Petra nos dejaba hacer y decía:
–Nadie nace sabiendo, ni
nadie aprende sin equivocarse.
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